...siénteme...

Espasmos que atenazan su cuerpo, lo envuelven en una cálida brisa que empapa el momento. Segundos atrás se abrió el suelo bajo sus pies, el infierno se besó con el cielo y la lluvia emergió de su ser para calmar los temblores que inundaban cada centímetro de piel. La respiración sigue agitada, su pecho se eleva al compás de los suspiros que siguen colgados del techo que la cubre.

Su cabello se desparrama, negro azabache, contrastando con la blancura de unas sábanas cómplices de su debilidad. La frescura se posa en su mirada, necesita renacer de sus cenizas, las llamas de un volcán han arrasado su intimidad. Bucea entre los recuerdos que beben de sus labios, las imágenes van pasando a cámara lenta, una secuencia tras otra, vuelve a sentir el calor de la sangre recorriendo sus venas. Late el fuego que esconde sus ojos pardos.

Lo felino que encierra su instinto amenaza con volver a golpear con fuerza su deseo. Siente necesidad. Grita en silencio. Abraza los anhelos que quedaron suspendidos en su esencia, los ata con los hilos de la locura desbocada. El ritmo de una emoción la acuna, la calma se instala en sus rincones. Los susurros, bálsamo para sus irreconocibles miedos. Las fricciones, el sentido de cada amanecer…