...libérame...

Tiembla, entrega las riendas del momento mientras se posa con el silencio en el centro de la cama que parece apoderarse de su alma. En las retinas queda impregnada la imagen desfigurada, se acerca, siente su calor, respira su olor. Deja su cuerpo laxo, conteniendo sensaciones, las manos causantes de sus desvelos la visten con caricias. Cubren sus ojos, despiertan los sentidos, en vano lucha por predecir la siguiente secuencia de sutilezas. La intuición se rinde, se sabe vencida, y sucumbe.

Su piel, ventana abierta a la mirada indiscreta de quién amara cada centímetro, de quién beberá cada gota de esencia. Percibe el aliento en su nuca, sonríe al notar como enreda los dedos en su cabello. Con el pensamiento pide el calor de los labios, y como respuesta, la brisa fría del hueco que deja el cuerpo deseado al alejarse.

Sabe que la observan, que la intensidad de unos ojos penetrantes la exploran, que la pintan con pinceles que desbordan en sus contornos. La espera la ahoga, asfixia su ser anhelante. A instantes desacompasados, se siente vacía y plena, la urgencia la encadena al lugar que es castigada. Emite un gemido sordo, lo ahoga en la garganta. La besan, la calidez abriga su boca, robando suspiros. Su pecho agitado muestra osado y deliberado la bandera blanca de la rendición. Clava sus uñas al aire, la emoción la traspasa, arrebata, derrama, claudica en versos que juró no pronunciar jamás.

Libera sus ojos, relame sus labios, desnuda sus manos, se pierde en la mirada que invade su intimidad, busca el olor de su amparo y se estremece al contacto…

Se da y se siente, fluye como lava arrastrada en la cúspide del desenlace de la erupción, y en este espacio sin tiempo ni forma se muestra la autenticidad dónde la poseída acaba siendo poseedora…