...Burdeos....Carmesí.....Rojo

Llegas a la hora en punto, con la disposición ondeando en tu frente y la decisión reflejada en la cara. Musa del momento, prisionera del encuentro. Detienes tus pasos al pie de la escalera, respiras hondo antes de lanzarte al vacío. Dudas, entre dejar los zapatos en algún lugar, de si la ropa elegida hará su papel. Subes sujetando la ansiedad. La puerta del desván entreabierta. La oscuridad flirtea con la luz tenue de las velas, y el arte de la seducción se presenta a la conquista. El escenario promete una batalla de poder, la Luna de testigo se cuela por la ventana, ilumina los cuerpos, destellos que con fuerza se estampan en los rincones que esconden las intenciones.

En el centro, siendo blanco de mi mirada que arrasa hasta dejarte sin aliento. Intentas detener el temblor que se ha instalado en ti. El reto de vencer o ser vencida. Esperas, con cautela, intentas adivinar dónde habita la esencia que quieres sentir. Un calor inusitado envuelve tu espalda, con un leve contoneo aprieto tus caderas. Levedad de un gemido ahogado. Recojo tu cabello dejando al descubierto una de tus debilidades. Un roce de mis labios y te estremeces. Miro tu cabellera castaña, entierro mi rostro en ella, respiro.

Intento que la quietud aplaque los instintos. El baile de la sutileza reclama. Los instantes van hilvanándose a las notas que embriagan tus sentidos. Tus ojos quedan vendados, alumna aventajada o maestra rezagada. Cruzando tus líneas, abriendo lo que encierras, liberando tu lienzo. El raso de la camisa te abandona, cae, abrazándose a tus tobillos. Aprendiz de seductora, muestras la agitación en tu pecho, provocación, tono Burdeos para vestir tus montañas contrastando con esa piel tostada que enloquece al pincel más hábil. Te erizas al primer roce, busco tus ángulos, muerdes tu labio inferior y el carmín se escapa arrastrado. Mis dedos recorren tus hombros. La laxitud invade tus centímetros. Bandera blanca, rendición que hace flaquear tu determinación.

Veneno que fluye por tus venas, eso soy, provocando tus más ardientes delirios, la perdición como guía a la plenitud. Mis manos se escurren por tu cintura, juego a desabotonar y tu respiración se corta. Un suspiro invadiendo el aire que nos separa. Siguiendo el ritmo de la melodía voy desvistiendo y vistiendo con caricias que tu piel ansía atrapar, alimentando las ganas. La espera se burla. Los latidos se desbocan contradiciendo a la razón. La docilidad te encadena, esclava de tus instintos prohibidos

Desnudez en estado puro, lienzo perfecto implorando ser cubierto. Empapo mis manos de Carmesí, escribo versos que empiezan en tu nuca, se deslizan por tu espalda, bordean las líneas dónde se pierde el casto nombre y culminan en tus pies. Te doblas, lento, despacio, haces equilibrios por no caer, claudicas, me maldices. La lujuria se queda anclada. Y te siento mía. Vibras, las texturas se entremezclan.

Inevitable la fricción de mis labios sobre tu sonrisa. Tu geometría me atrapa, y arrebato el rojo en tus curvas. Arden tus poros, destilan gotas de placer. Escalando hasta tu cuello, marcando rastros de fuego, descendiendo en caída libre. Cuelgo el impresionismo de tu pecho. La osadía muestra su carta ganadora y se pasea desvergonzada por tus muslos.

Los rojos se mezclan con la humedad, mis dedos marcan líneas rectas hasta el centro del valle. El vello se eriza, toma la frescura y tus retales beben. Las gotas que colman tu piel abren surcos, y acaban muriendo en el hueco que señala tu mitad.

Te susurro, te pido una excedencia antes de morir en tu boca. Saciar el instante que tiene sed de ti. Tiembla el suelo, el volcán contenido en tus diques implora ser liberado. Una brisa de besos intermitentes abriga tus retales en cueros. Susurras tus deseos, pides clemencia, una concesión que acabe en sublime. Me fundo con tu piel, mi alevosía cubre tus centímetros. La promesa de derramar cada gota de esencia entre pliegues, se conjugan las bocas, las manos se atrapan. Contornos difuminados, tu mirada me traspasa y toca mi alma. La complicidad de su luz suspende el momento.

En el desván, la Luna ilumina su obra maestra....